Hay momentos en que todo parece tener sentido en los números, en la lógica, en los argumentos… salvo algo muy profundo dentro de ti que dice «espera». Esa incomodidad rara, esa voz tenue que se amenaza con callarte. En esa tensión, entre la razón que empuja y la intuición que advierte, se juega gran parte de nuestro crecimiento.
Así lo plantea Álex Rovira en su entrevista en Tengo un Plan, en diálogo con Sergio y Juan. No se trata de sabiduría mística vacía: es una conversación al límite de lo humano, donde intuición, acción, liderazgo y propósito se entrelazan. Este artículo larga vida a esa conversación: recoge sus enseñanzas, lo humaniza, y te acompaña en el camino de reconstruir lo que eres.
Escuchar lo que tu cuerpo dice: más allá del razonamiento
Cuando tu mente ve posibilidades de éxito, te dice que “sí”, te invita la ambición… pero tu estómago se encoge, tu sangre se tensiona, tu respiración se vuelve más rápida. Eso no es fantasía barata. Eso es intuición.
Rovira resume: “La fantasía es cómoda, la intuición incómoda”. La intuición es un procesamiento mental y emocional a altísima velocidad, que no pasa por la lente lenta de la razón. Sirve de puente entre el cerebro límbico, el cuerpo y esa inteligencia que late en lo profundo del pecho (o del corazón). Esa “corazonada” que no puedes probar, pero que sientes.
Lo que permitimos ignorar lo pagamos caro. Cuando hay una resistencia interna que no se silencia, no la descartes por “irracional”. Hazle caso, investígala, ponla a prueba. Porque no todo lo que funciona —para otros, para lo estándar— está alineado con lo que tú verdaderamente eres.
Error, culpa y mentira: una trinchera moral que nos traiciona
Rovira no acepta que el error se convierta en monstruo. Define tres etapas peligrosas:
- Error: Algo que hiciste mal o estuvo fuera de lo esperado.
- Fracaso: El error con la capa de la culpa, el martirio interno.
- Mentira: La peor: negar, disfrazar, evitar asumir lo que ocurrió.
La culpa mal manejada conduce a la manipulación, al engaño, y a un castillo auto-impuesto de falsas verdades. Pero el error bien vivido puede ser un portal de aprendizaje. Si dañas a alguien, pide perdón, rectifica, reconoce. Ese es el camino hacia la dignidad, no hacia el hundimiento.
Gestión personal: el gran pilar invisible
Vivimos en una sociedad que jamás nos enseña cómo gestionarnos: el tiempo, las decisiones, los hábitos. Esa educación “esencial” se postergará hasta el funeral emocional, hasta que el desgaste te obliga a mirar.
Pero la vida es tiempo. Y cuando pierdes tiempo, pierdes vida.
Rovira articula tres ejes de la gestión personal:
- Tiempo: repartirlo entre productividad, creatividad, ocio, reparación.
- Resolución: transformar problemas en umbrales, en portales hacia lo nuevo.
- Aprendizaje: convertir lo vivido en conocimiento que alimente al futuro.
Y en ese mapa, el foco es clave. Pero lo define no como disciplina fría, sino como relación íntima con el interés: cuanto más te interesa algo, más atención le pondrás; cuanto más atención, más creatividad, retención, resolución. Lo que no te interesa, aunque lo racionalices, te costará sombra.
La teoría de las ventanas rotas trasladada a la vida
Mencionan la teoría de las ventanas rotas, de Philip Zimbardo: aquello que no reparas envía un mensaje. En física, si dejas un coche roto en la calle mucho tiempo, será vandalizado. En organizaciones, si ignoras el mal ambiente, el desinterés o el abuso menor, se expande. En la vida personal, si permites que algo emocional, relacional, interior esté dañado y no lo corriges, se infecta lo cercano.
Tomar nota: cuidar lo pequeño es cuidar lo grande. No dejes una ventana emocional rota sin atender. No permitas que lo que ves «claro que no va» siga ahí. Tú eres el guardián de tu territorio interno.
Tú y los arquetipos: reconocer las partes de ti
Una de las aportaciones más cálidas de Rovira es su modelo de seis perfiles o arquetipos:
- Empático
- Metódico
- Rebelde creativo
- Líder promotor
- Perseverante tenaz
- Soñador meditativo
Según él, todos los tenemos dentro: algunos más desarrollados, otros dormidos, otros en sombra. Cuando no conoces tus perfiles ni tus mecánicas internas, terminas viviendo bajo la presión del “deber ser” social.
Conocerte y aceptar las partes que criticamos, las sombrías te da poder: puedes elegir conscientemente qué potenciar, qué moderar, qué integrar. Evitarás que tus zonas oscuras (la ira, la cobardía, la rigidez) emerjan sin control en momentos de estrés.
Comunicación consciente: no puedes no comunicar
“No podemos no comunicar”, dice Rovira. Aunque no abras la boca, tu postura, mirada, tono, gestos, energías mandan mensajes. Si no gestionas eso con consciencia, generas ruido, disonancia, malentendidos.
La PNL y el lenguaje no verbal no son trucos de feria: son herramientas para alinear lo que sientes con lo que expresas. Para no sabotear lo que dices con la energía que irradias. Para que tu presencia sea coherente con lo que reivindicas.
Relaciones: al final, lo que cuenta
Si él pudiera darle un consejo a su yo joven, le diría: “El 99 % de tu felicidad vendrá de tu pareja y de los cinco amigos verdaderos que tendrás”. No es frase hecha: cuando trabajas tu interior, tus acciones y tus elecciones, qué personas están cerca contigo es determinante.
Las amistades tempranas suelen venir por compensación; con los años, deberías regarse desde la afinidad de valores. Ese es el poder de construir un círculo que resuene contigo, que te eleve, te rete, te sostenga.
¿Líder o jefe? La metáfora del lobo alfa
Rovira usa una imagen potente: en una manada de lobos, el alfa no va adelante, va detrás, sosteniendo el sistema. La misión del líder es servir. No imponer. No controlar. Empoderar. Cuidar. Inspirar.
Porque si el líder va delante con látigo, pierde contacto. Si va detrás con visión global, permite que el grupo avance con sentido, cohesión y fuerza interior. Esa es la metáfora para un liderazgo humano: ser brújula sin dejar de estar con el equipo, ser guía sin opacar, ser fuerza sin romper.
El arte de la autenticidad: el sello que trasciende
“Fíjate lo que funciona”, dice Rovira, “pero no copies. Encuentra tu voz.” Fake it until you make it puede servir al inicio, pero no te sostiene para siempre. Lo que te salva y lo que atrae es ser tú. Honesto, singular, no comparable.
La energía que transmites en tono, mirada, ritmo es la que activa la resonancia. En un mundo saturado de imitaciones, lo genuino pesa. Decide moldear no lo que creen que deberías ser, sino lo que sientes que estás llamado a ser.
“Si tú cambias, todo cambia”: una carta al yo joven
Para el Alex de 20 años, Rovira sugiere:
- No confundas error con fracaso.
- Sé honesto contigo, incluso cuando duela.
- No planifiques infinitamente: haz.
- Elige bien a tus personas.
- Honra tu linaje: padres, historia.
- Cultiva la espiritualidad (no como doctrina, como práctica).
- Perdónate y perdona.
- No pidas permiso: actúa con ética, y si hace falta, pide perdón.
- Y recuerda: aunque nada cambie en el mundo, si tú cambias, todo cambia.
Cierre: inspiración al calor de Tengo un Plan
Lo que Sergio y Juan han logrado con Tengo un Plan es magnífico: poner en conversación la vida real y las ideas profundas. Esta entrevista con Álex Rovira no es solo un episodio más: es un hito. Una invitación a detenerse, sentir, re-pensar.
No necesitas tenerlo todo claro hoy. No necesitas esperar el momento perfecto. Pero sí puedes empezar ahora: con una pregunta interna, una nota al margen, un gesto amable contigo.
Te dejo con una consigna: escucha lo que tu estómago te dice; no lo ignores. Construye tu brújula interna, observa tus ventanas rotas, repara lo que puedas hoy, abraza tus arquetipos, actúa con autenticidad. Si lo haces, aunque nada cambie “ahí afuera”, dentro estarás moviéndote hacia algo real, profundo, tuyo.